Despedida

Me ha costado meses decidirme a escribir este post.  Y ya me perdonarán los lectores, pocos o muchos, pero lo escribo para mí y seguro que no será de los mejores.

Yo tuve una Barcelona. Fui muy barcelonesa, muy dueña de cada rincón de una ciudad donde me enamoré y de la que me enamoré. Me dura lo primero y hoy finalmente he decidido despedirme de la preciosa ciudad de la me apropié y después perdí.

Recuerdo el miedo que  sentí el día que decidimos comprar  un piso. Tener algo en Barcelona me ataba a ella  y me alejaba de la vida y de los quereres que poco antes había dejado al otro lado del Atlántico. Esa casa empezó pronto a ser la mía en aquella que era cada vez más mi ciudad porque yo quería.

Pasaron 17 años. Los caminos que un día tuve que seguir con instrucciones o mapas se hicieron cotidianos, pasé muchos de los mejores y peores días de mi vida y tomé decisiones trascendentes en el que era mi  sitio en el mundo. Nadie me acogió en Barcelona, primero porque Barcelona no acoge  y segundo porque yo tenía quien me quisiera y una ciudad que quería  porque había decidido que fuese mi casa. Pero ahora ya no lo es. Poco a poco dejó de serlo.

Mis hijos fueron al preescolar, la primaria y más en Barcelona; guardamos con cariño los vídeos de una niñita de ojos negros que apuntaba maneras de bailarina danzando «la Castanyera» por el pasillo de casa,  atesoramos el recuerdo del  nene regordete que comía «macarrons  y fresas con asucrar» (un híbrido entre sucre y azúcar), exportamos el «cargol treu banya» y «la gallina turuleta»  igual que trajimos a Cri Cri y a Timbiriche.

Luego,  con menos cariño, hemos ido atesorando los mails de alguna madre de clase enfadada porque no eramos catalanistas y hacíamos activismo antiseparatista, las malas caras, los padres de amigos que vetaban  a los críos en sus casas, los follones que he tenido que montar una y otra vez  en el colegio para  que la política se quedase fuera de clase, el abandonar la sinagoga  porque enviaba propaganda para la vía catalana,  la vecina perturbada que ponía esteladas  y mensajes escritos en el buzón, los «amigos» que se cagaban en España pensando que uno tenía que oírlos porque aquello era legítimo, los idiotas que decían que respetaban todo pero que no les hablases de la selección española porque preferían ir con Dinamarca, el marido harto del barrio y de la mierda amarilla y estrellada en los balcones. Y tragamos mucho tiempo. Barcelona era nuestra casa. Cuando pocos salían a la calle y decían cosas yo pasé una temporada intercambiando cartas y respuestas con el Community Manager de Xavier Trias para pedirle cuentas al alcalde por haber llenado la Pedrera de  carteles de «Gelats per postres» países felicísimos  y otras sandeces    y el pariente y yo limpiamos de carteles amarillos y a plena luz del día todo el parque de la Maquinista antes del 9N.

Años enteros fuimos los rojigualdos de Sant Andreu. Desde lejos se veía nuestro balcón debajo de las dos esteladas del motivado del séptimo. Desde abajo los demás veían unos españolazos y nosotros veíamos los atardeceres del Tibidabo. Era nuestra casa. Nos sentíamos seguros y tranquilos dentro pero el ambiente empeoraba por momentos. Nuestra ciudad se volvía inhóspita y sabíamos, que si las condiciones laborales se diesen, habría que cambiar de sitio. Yo me aferraba a Barcelona mientras se me escapaba  entre los dedos. Intentaba mantener los trozos pegados pero ya no podía obviar que el espacio social se estrechaba y las renuncias se acumulaban.

Dediqué muchos años a vivir exclusivamente para cuidar de mis hijos y hacerles  de escudo antiadoctrinamiento nacionalista. Amaba tanto mi casa que había momentos en que estaba dispuesta a seguir haciendo de escudo y tolerar el ambiente. Nos teníamos unos a otros y quería que me bastase.

Aquellos días aciagos tuvieron su premio. Los días de hacer de escudo me acercaron,  sin proponérmelo,  a los que han sido los mejores compañeros de fatigas y  me convertí en «una charnega más» que a veces se sienta a echar unas risas delante de una mesa llena de resistentes hasta el moño de supremacismo y que comparte con ellos un pequeño oasis donde nos consolamos el cabreo y nos contamos historias.

Con toda la ambigüedad del mundo llegó el día de decidir si quedarse y arriesgarse a lo que venía en los institutos, universidades, butifarréndums varios, independencias interruptus y lo que hiciera falta o marchar a donde nuestros vivos nos recibían cada poco cuando teníamos que sacar la cabeza de lo que había dejado ser nuestra casa para convertirse en Mordor.

Después de una semana sin dormir, unos cuantos ansiolíticos y un par de kilos menos llamamos a la inmobiliaria y les dejamos venir a hacer fotos.  Era tan bonita que se vendió en dos días. Los desaguisados de encontrar una nueva morada (que no fueron pocos) y mudarnos os los ahorro porque «bien está lo que bien acaba».

La integración social de dos adolescentes y  el Instituto eran la mayor de nuestras preocupaciones y fueron sobre ruedas. Nuestros hijos  han  flipado a distancia con el butifarréndum 2.0 y se han reído de los nacionalistas como se ríen los aragoneses que están hartos de los protagonistas de todas las películas. Si hablamos de acoger ellos si que han sido acogidos desde el día 1.

Yo me he  consolado viendo mi trozo de Moncayo, que no es poca cosa,  cada mañana desde la ducha y leyendo a los amigos del «oasis charnego». Desde el 4 de julio duermo como bendita. Voy encontrando mi sitio en esta ciudad  que hace muchos años es mi guarida  y ahora, mi casa. Lo es.

Me despido ya  de la que fue mi Barcelona con la esperanza de que reviva un día jaleada por los muchos  desacomplejados que se niegan a que siga siendo esa pesadilla en que se ha convertido. De ella me quedo con lo aprendido y por supuesto con vosotros siempre y al pie del cañón.

 

 

17 comentarios en “Despedida

  1. Yo tuve la suerte de teneros de vecinos,y puedo decir ,de amigos,en una época donde lo que importaba de verdad,era la categoría humana de cada uno,y no la bandera que uno enarbolara,antes que la locura colectiva se adueñarse de todo y todos.Yo sigo aquí,nací aqui y aquí moriré,pero con mis ideas y mis creencias,tan legítimas y respetables como las de cualquiera,pues,aunque no guste,aquí estamos,los que pensamos diferente y parecemos nadar a contracorriente. Te deseo lo mejor,a ti y a tu familia,seguro que todo os irá tal como merecéis,de fábula. Un fuerte abrazo para todos,y si alguna vez volvéis,de visita,a esta,la que fue vuestra casa,no dudes en llamar.Hasta siempre.

    Le gusta a 1 persona

    • Te he seguido en Twiter y siento que al final hayas tenido que tirar la toalla, no te lo critico porque yo he estado tentado en mas de una ocasión y por supuesto no está totalmente descartado. Pero lo que si te digo es que mientras viva aquí seguiré con esta lucha. Y vosotros desde fuera seguid apoyandonos ni los ciudadanos que nos sentimos españoles ni el resto del Estado se merecen que estos indepes, racistas, supremacistas e insolidarios nos rompan la vida. Os deseo lo mejor y gracias por todo lo que habeis luchado. Un abrazo

      Me gusta

      • Suscribo en su totalidad lo dicho por Juan. Te felicito por tu valentía y te deseo lo mejor. Seguro que conseguirás ser feliz con toda tu familia, pues habéis dado un paso muy importante.
        Me das mucha envidia. Aquí en Barcelona haremos resistencia ante unos fanáticos radicales que dudo que vuelvan a la cordura.
        Muchos besos y mucha suerte!

        Le gusta a 1 persona

  2. Gracias Yael por tus artículos. Este me ha emocionado. Tú eres un ejemplo de lucha para mi. Soy catalán y me siento español y no pienso permitir que estos malditos fascistas separatistas nos impongan su dictadura. Los políticos nos han abandonado pero somos muchos los que resistiremos hasta donde haga falta. Porque nosotros no somos cobardes como ellos.

    Le gusta a 1 persona

  3. Gracias Yael. La hermana mexicana, la más española. Eres una referencia para muchos de nosotros; seas consciente o no, has luchado por nuestra España y nuestras libertades como la que más. Te sigo y te seguimos, continuaremos leyéndote, no te has ido, sólo te has desplazado a otro lugar de nuestra patria pero sigues en nuestro corazón.
    Shalom aleijem

    Le gusta a 1 persona

  4. No te puedes imaginar cuánto te entiendo y la envidia que me das por estar fuera de aquí. Si no me voy es porque, mientras estén a salvo de la secta, nadie va a expulsar a mis hijos de su tierra. Espero que te vaya precioso todo y que aprendas a bailar jotas pronto.

    Me gusta

  5. Es caprichoso el destino, de regreso a casa veo que has publicado este post. Volvía de visitar una tienda de La Maquinista para hacer una reclamación de una compra que había hecho y, una vez acabada la molestia, me encontré caminando hacia la salida melancólico y sin prestar atención a la gente ni a los escaparates.

    Nada más salir giré la cabeza para mirar en dirección a donde estaba la oficina en la que gasté diez años de mi vida, luego la giré mirando hacia donde estaba el piso donde vivías y me atacó una fastidiosa nostalgia.

    El tiempo pasa y no siempre para bien; es imposible no odiar el cambio que ha sufrido esta ciudad. Poco a poco uno ve cómo gente que fue conocida se ha vuelto extraña, cómo una asquerosa contaminación amarilla y de banderas estrelladas ha ido ensuciando el paisaje urbano.

    Y así uno, sumergido en un ambiente de silencios, de susurros, de chismes y acusaciones, de gritos, de insultos, de cancamusa propagandística, de culto a una identidad que dicen que es la propia y que hay que odiar al que no la tenga.

    Es imposible no lamentarse viendo que se ha perdido una convivencia y sospechar que quizás nunca se podrá recuperar.

    Es imposible no entristecerse por la marcha de gente que vale la pena, como los tuyos, como tú, que has escrito este post; es imposible no notar un vacío, imposible no echar de menos a quien es muy diferente al resto de la gente y ha decidido que lo mejor es marcharse de aquí.

    Me alegra tu tranquilidad en la cercanía del Moncayo, me alegra saber de tu descanso, de que hayas dejado atrás rencores y odios que estuvieron a punto de quebrarte la salud.

    Te mando esta respuesta desde esta ciudad crepuscular que un día fue olímpica. Por aquí sigo, apoyado por otros como yo, errores del sistema educativo y social que aquí impera. Y hoy, tras leerte, aunque odie reconocerlo, un poco moñas por tus palabras, musa.

    Un apapacho.

    Le gusta a 1 persona

    • Vosotros , los afortunados errores del sistema educativo sois la motivación para seguir tocando narices desde donde sea.
      Un abrazo grande, público y cariñoso a un amigo de esos intocables que es todo un ejemplo.
      Aquí sigo y lo sabes.

      Me gusta

  6. pues yo creo que es justo lo contrario de lo que se ha de hacer, aunque reconozco que para vosotros debe haber sido una tortura estar rodeados de tanto indepe-facha y charnego acomplejado y adoctrinado con síndrome de Estocolmo. Os deseo lo mejor, pero yo me quedaré en mi tierra y lucharé contra todos estos mierdas indepe-fachas. El tiempo y las acciones judiciales les pararán los pies, lo que pasa es que quedarán MUCHAS heridas abiertas que no se cerrarán en generaciones.

    Me gusta

  7. Te entiendo perfectamente, me alegro de que seas feliz, me das un poco de envidia ya que yo me he planteado muchas veces largarme de Cataluña,pero de momento no es posible. Ojalá se cumpla tu deseo y la gente se despoje de complejos absurdos que nos han tenido “atados” y callados hasta hace muy poco. Yo también amaba Barcelona, cuidad donde nací, pero que ya casi ni conozco. Un abrazo fuerte!

    Le gusta a 1 persona

  8. Es un escrito escalofriante , bonito y sobre todo muy muy triste .
    Gracias por compartirlo
    Los indepens no son conscientes del clima tan asfixiante que han creado es terrible !!

    Me gusta

  9. No conocía esta página pero llegó aquí desde Dolça Catalunya. Nací en Barcelona y en ella viví mi infancia y adolescencia. Luego caminé por otros rumbos, pero me siento catalán de nacimiento y de familia, y por lo mismo amo a España, mi Casa grande. Agradezco su lucha y me uno a su dolor. Que encuentro corazones que acojan a su familia y que un día vuelva la paz y la armonía a Barcelona, a Cataluña y a toda España.

    Le gusta a 1 persona

  10. Acabo de saber de la existencia de este blog y lo primero que quiero hacer, Mazelmind, es felicitarle por su prosa, por esa manera directa de transmitir sentimientos. Soy “de letras”, leo con asiduidad, y reconozco que se hace pesado seguir a mucha gente que alberga ínfulas de escritor y no siempre tienen ni tan siquiera cosas que contar. Por lo dicho, felicito su prosa y creo, sin lugar a dudas, que tienen sus escritos una indiscutible calidad. Por ello, espero con entusiasmo que se anime a escribirnos desde el Moncayo, montaña y país que me resulta familiar. Escribo a toda su familia desde Gerona, Girona o Gerunda, como usted y los suyos quieran llamarla. Me apresuro a leer todos cuantos escritos de su blog pueda ir saboreando. Mientras tanto, reciba toda su familia, de la mía, un caluroso abrazo y, quién sabe, pudiera ser que cuando me jubile (no falta mucho), en esta Cataluña con demasiada gente que no quiere a otra gente, sea también el Moncayo el accidente geográfico que serene nuestros atardeceres.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario